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VICKS VAPORUB: LA FASCINANTE HISTORIA DEL “UNGÜENTO MÁGICO” QUE LLEVA MÁS DE UN SI-GLO EN EL MERCADO

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Usualmente esta sección está enfocada en algunos aspectos y hábitos que nos dan salud, pero en esta ocasión hablaremos de algo diferente, aunque también está ligado a llevar una vida saludable, nos referimos al

Su olor es inigualable. Así lo odies o lo ames, cuando alguien abre un envase, te das cuenta inmediatamente.

Es el Vicks VapoRub, el ungüento que nació hace 129 años y aún la gente lo sigue comprando por sus “poderes curativos”.

La historia se remonta a fines del siglo XIX, cuando el farmacéutico estadounidense Lunsford Richardson, un prolífico inventor en su época, tuvo una idea genial.

Un prolífico inventor

Nacido en Carolina del Norte en 1854, Richardson estudió latín en el Davidson College, graduándose con honores. Fue profesor durante algunos años, pero no pasó mucho tiempo antes que su devoción por la química terminara cambiando su destino.

En 1880 se fue a trabajar con su cuñado, el doctor Vick. Como él estaba muy ocupado atendiendo pacientes, Richardson se encargó de la preparación de remedios para aliviar los males de la gente.

Fue en aquel entonces cuando el joven Richardson se puso a experimentar distintas recetas para crear el producto que más tarde se convertiría en el famoso Vicks VapoRub.

Richardson terminó patentando 21 medicamentos, incluyendo pastillas, cremas, aceites y pomadas, para aliviar los síntomas de la gripe, las dolencias del hígado o del estreñimiento.

El “ungüento mágico”

Algunos de los productos se vendieron mejor que otros, pero el más exitoso fue el Vick’s Magic Croup Salve para la tos, cuyo origen se remonta a 1890.

“Él tenía un bebé con una tos severa y congestión”, le dijo el bisnieto de Richardson, Britt Preyer, al escritor y columnista Jimmy Tomlin.

“Entonces como farmacéutico, comenzó a experimentar con productos mentolados provenientes de Japón y otros ingredientes. Así fue como se le ocurrió este ungüento que realmente funcionaba”, un “ungüento mágico”.

Los clientes estaban impactados con las bondades de este remedio, que les permitía aliviar las molestias en el pecho y la cabeza, además de la tos. Era parecido a lo que hoy se conoce como antigripales.

Había que frotar el ungüento en el pecho del paciente para que, al respirar los vapores emanados del bálsamo, estos se fueran directo a los pulmones.

La pandemia que disparó las ventas

Una combinación de mentol, alcanfor, aceite de eucalipto —y varios otros aceites— mezclados en una base de vaselina (jalea de petróleo).

No fue hasta 1911 que el ungüento fue renombrado como Vicks VapoRub, el nombre definitivo que permanece hasta el día de hoy.

Un terrible evento hizo que las ventas del producto se dispararan: el brote de gripe española que devastó el país en 1918 y 1919, matando a cientos de miles de estadounidenses.

Tal fue la demanda por el ungüento que la fábrica que lo producía tuvo que trabajar día y noche para responder a la demanda.

En medio del caos provocado por la pandemia, Richardson se enfermó de neumonía y murió en 1919. La familia siguió expandiendo el negocio hasta que en la década de los 80, lo compró el gigante Procter & Gamble, quien sigue siendo el dueño del ungüento.

Hoy es comercializado en 71 países bajo distintas marcas comerciales. Solo en Europa, según datos de la empresa, se venden 23 millones de frascos al año.

¿De dónde viene el nombre?

Es un misterio. Una de las historias que se cuentan es que —como el nombre pensado originalmente era muy largo (Richardson’s Group and Pneumonia Cure Salve)— el farmacéutico lo cambió en honor a su cuñado, el doctor Joshua Vick. Sin embargo, el verdadero origen del nombre seguirá siendo desconocido.

Pero lo que nunca ha dejado de ser popular,  es la fama del ungüento mágico que puede ser encontrado los rincones más insólitos del mundo.

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