Finalmente se está poniendo un freno al crecimiento incontrolado de armas de fuego en la sociedad Norteamericana. Inicialmente fue el gobierno de Nueva York y ahora es el presidente Barack Obama.
Ya era tiempo de poner restricciones a gente descarriada que, ante las leyes laxas del gobierno federal y estatal, hilvanan planes macabros en su mente, luego compran municiones y armas semiautomáticas para crear zozobra, pánico y mucha tristeza en el seno de las familias norteamericanas.
Ya era tiempo de poner fin a políticos “corruptos” que reciben millones de dólares de la Asociación Nacional [portadores] Armas (NRA) y de organizaciones económicas que lucran con la venta desleal de armas de mucho calibre.
Esta gente abusa del poder que le otorga la ciudadanía y frustran, año tras año, leyes que intentan disminuir el tráfico de armas letales.
Ya era tiempo que el NRA se haga un lado y tome responsabilidad de los descalabros que causan, no solamente enfermos y lunáticos de la sociedad, sino también personas cuerdas e inescrupulosas que utilizan armas para sembrar un clima de terror en diversos lugares del país.
Ya era tiempo que la sociedad civil finalmente se levante y le diga no a matanzas sin sentido.
Tuvieron que morir 26 personas, de los cuales 20 fueron niños, para que el gobierno finalmente hiciera caso al clamor de la gente. Paradójicamente no fue suficiente la muerte de una congresista, una niña y otras personas inocentes a manos de un depravado mental en el estado de Arizona. Tampoco fue suficiente la balacera en un cine de Aurora, Colorado, donde un psicópata alucinado con un personaje de la serie de Batman mató a un centenar de jóvenes.
Los hechos anteriores estuvieron en las primeras páginas de los principales periódicos del país y la televisión, pero existen miles de casos en los suburbios metropolitanos, los cuales pasan desapercibidos y raras veces son contabilizados.
New York dio el primer paso para darle el primer bofetón a los portadores de armas. La Asamblea y el Senado estatal aprobaron una ley preventiva que pone en jaque a la NRA. El proyecto se convirtió en ley con la firma del gobernador Andrew Cuomo.
Hoy hay restricciones directas contra la venta de municiones peligrosas en New York. La Ley redefine, por un lado, el significado de armas de asalto y amarra las manos de los portadores de armas, por el otro.
El presidente Barack Obama tomó un camino similar al gobierno de New York. Su nueva propuesta, sin embargo, tiene alcances más severos contra el NRA y los negocios dependientes de las armas. Las 23 órdenes ejecutivas están específicamente dirigidas a reducir, “una epidemia de armas en el país”, según el Presidente.
Por supuesto que su nueva orden de Obama no va a terminar con los problemas de las balaceras, pero si es una medida preventiva que, a futuro, logrará detener a algunas personas que sufren de problemas mentales y tengan obsesión con las armas de fuego.
Ahora les toca a los congresistas y senadores seguir los pasos del Presidente. Este no es el momento para politizar y crear un muro que separe a republicanos y demócratas en el Congreso. Una gran mayoría de la población estadounidense pide leyes que reduzcan el número de armas en la sociedad. Es hora de que los representantes escuchen y hagan lo que pide la ciudadanía.
Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Ecomonics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com.
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