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Condenados a la infamia.

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Es un hecho que la gran mayoría de las personas que emigran hacia Estados Unidos, lo hacen para escapar de la miseria, de la corrupción y la falta de oportunidades

Es un hecho que la gran mayoría de las personas que
emigran hacia Estados Unidos, lo hacen para escapar de
la miseria, de la corrupción y la falta de oportunidades
que no los dejan seguir viviendo en sus países de origen.
Pero hay también, sobre todo entre los hispanos, quienes
llegan huyendo de la violencia cotidiana. De los asesinatos
y ejecuciones, de los asaltos y violaciones (sexuales
y de los derechos humanos). De los temibles secuestros,
como en el caso de México.

Lo cierto es que crímenes y criminales los hay en cualquier
parte del mundo. Sin embargo, en esta tierra de
oportunidades, hay algo que a todos tiene -como se dice-
“con el Jesús en la boca”: se trata de las masacres en sitios
públicos. El ejemplo más reciente, ocurrido apenas este
domingo en Tennessee. Un tipo desempleado descargó su
furia con una escopeta dentro de una iglesia donde varios
niños interpretaban una obra musical. En este caso,
el hombre de 58 años, también estaba enojado con los
“liberales” que apoyan al movimiento homosexual y los
derechos de las mujeres entre otros temas. (Y ese templo
precisamente tenía fama de liberal).

El pretexto -y los motivos- cambian, pero la historia se
repite. Cuando no es en una iglesia, es en una escuela,
un restaurante o un lugar de trabajo. Muchos de estos
agresores pretenden vengarse de una sociedad en la que
sienten que no encajan. Algunos también buscan hacerse
famosos. La pregunta es: ¿por qué casi siempre en Estados
Unidos?
Hay quienes afirman que es debido a la proliferación
de armas y la facilidad con la que casi cualquier persona
puede obtenerlas, de manera legal o ilegal. Hay también
quienes opinan que se trata de un reflejo de la descomposición
social, la desunión familiar, las drogas, el alcohol,
el pandillerismo, la crisis económica, las guerras y hasta
los videojuegos de contenido violento.

Yo pienso que es una macabra combinación de todos estos
factores además del efecto “copy-cat”, que consiste en
imitar o repetir el comportamiento de otros asesinos. En
varias ocasiones, las autoridades han encontrado referencias
de otros casos al momento de catear los domicilios
de los autores de estas masacres. Existe, al parecer, la intención
de emular anteriores “hazañas”.

Una opción, aunque no suene muy factible, sería quizás
prohibir a todos los medios de comunicación y periodistas
-incluyéndome por supuesto-, a jamás publicar el nombre
de los asesinos. Así, por lo menos, no lograrían uno de
sus objetivos, que es quedar inscritos en las páginas oscuras
de la historia moderna….. Digan lo que digan.

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