Salomón es el sapito más bromista que jamás se haya conocido en aquel bosque. Siempre se le anda ocurriendo cualquier travesura, pues tiene una imaginacion
Salomón es el sapito más bromista que jamás
se haya conocido en aquel bosque. Siempre
se le anda ocurriendo cualquier travesura,
pues tiene una imaginación increíblemente
inagotable. Hasta el momento, raro ha sido
el compañero de clase que no ha sufrido alguno
de sus ingeniosos “inventos”. Sí amiguitos,
así es como Salomón llama a sus pesadas
bromas.
Tan mala fama se ha ganado nuestro querido
sapito que todos los animalitos de su
clase procuran sentarse lo más lejos posible
de él para evitar problemas, pues el profesor
no admite el menor desliz durante horas de
estudio y sus castigos son muy severos y por
ende temidos en todo el bosque.
Esta mañana, Salomón tuvo la brillante idea
de traer a clase polvos pica-pica, dispuesto a
echárselos a alguno de sus compañeros, caiga
quien caiga. Y tal como lo tiene planeado
así lo hace, en un momento de distracción de
su profesor, pero, ¡ay!, Salomón se ha sentado
muy cerca de la ventana entreabierta y en
el instante de arrojar los polvos pica-pica,
a su compañero de enfrente una ráfaga de
aire desvía dichos polvos hacia sus propias
narices.
Como podrán imaginarse Salomón comenzó
a toser y a lagrimear como un loco mientras
se rascaba con mucha desesperación
la nariz. Mientras tanto sus compañeros se
destornillan de la risa pues, no pueden creer
que el pesado bromista haya caído en su
propia trampa! Ese es el riesgo de ser así.
Moraleja:
¡Si actos irreflexivos sueles cometer,
a las consecuencias te debes atener!
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