Para la gran mayoría de las personas, el término de un año e inicio de otro, es sinónimo de vacaciones, ruido, fiesta, alegría o simplemente una ocasión más para dar rienda suelta a los excesos y…
Espiritualidad y Alegría
Para la gran mayoría de las personas, el término de un año e inicio de otro, es sinónimo de vacaciones, ruido, fiesta, alegría o simplemente una ocasión más para dar rienda suelta a los excesos y celebraciones en las que nunca falta alcohol, comida y hasta unos divertidos pasos de baile.
Estas fechas son muy importantes para el ser humano culturalmente hablando y, el acto de que la Tierra complete su ciclo alrededor del Sol tiene mucha fuerza. Esto es señal de que nuestro planeta está iniciando un nuevo ciclo y nosotros debemos iniciarlo con él también.
Por costumbre muchos de nosotros nos desbordamos en festejos, reuniones con la familia o con los amigos, pero pocos nos detenemos a la reflexión, y menos aún a hacer un replanteamiento de nuestras vidas y aunque sea por un momento, pero deberíamos así enfocar al año que está terminando y los propósitos del año que está por venir.
El hecho de no desbordarse en excesos no quiere decir que usted pase un Año Nuevo de manera aburrida. La alegría es algo que ha caracterizado estas fechas desde hace muchos años y debe estar presente siempre, pero también hay que vivir ese día con un espíritu de más unidad, por eso le recomendamos que aparte de reunirse con la familia o amigos a celebrar, darse un abrazo y desearse buenas cosas para el año venidero, también se dé un tiempo para reflexionar, tanto en el año que se fue, como en lo que usted espera del próximo.
Para ello le invitamos a que lea lo que escribió un presbitero de Boston, a finales del siglo antepasado y que a pesar del tiempo, sigue vigente…
Tres Palabras…
Al final del año es conveniente hacer un balance de los 365 días, para ver qué se hizo con ese año de vida. Conviene también saldar todas las deudas que se tiene con Dios y con los demás.
Quiero asomarme a la ventana de mi casa y mirar hacia atrás, hacia ese largo camino que he recorrido durante todo el año.
Si algo puedo ver, es que cada día de ese año transcurrido estuvo lleno del amor de Dios. Estoy en deuda con Él, por eso mi primera palabra al final del año es: ‘¡Gracias!’.
Pero, al lado de tantas bondades de ese Dios, está la triste historia de la ingratitud y la mediocridad para con ese gran amigo. Por eso la segunda palabra tiene que ser: “¡Perdóname todos los errores, todas las mediocridades. Yo sé que me perdonas!”
Pero hay una tercera palabra que quiero decir: “Te pido un gran año para hacer con él una gran tarea, ayúdame a que este año que empieza sea mejor, que valga la pena vivir. Conviértelo en un gran año. Que aquello de “próspero año nuevo” no se quede en una ironía, sino en una verdad.
También quiero al final del año, saldar cuentas con mi prójimo, quiero sacar de mi espíritu, arrancar, tirar todos los rencores, odios, resentimientos hacia mis hermanos. Quiero terminar el año bien con todos. Quiero poder decir que no tengo malos sentimientos hacia ningún ser humano.
Es hora de pedir perdón a todos los que en el camino he herido, molestado, desairado. A los que tenían derecho a esperar una respuesta y no se la di, a los que necesitaban una palabra de aliento y me quedé con ella. A los que encontré tirados en el camino de la vida, desesperados, tristes, vacíos de Dios y de ilusión, y pasé de largo porque tenía mucha prisa. Quiero pedirles perdón.
Es importante recordar que este año será lo que cada uno haga con él. ¿Será el mejor o será el peor? ¿Será uno de tantos, ni bueno ni malo, sino todo lo contrario? De cada uno de nosotros depende…
Sus amigos de El Aviso-Magazine le deseamos Paz y Prosperidad para este Nuevo Año que si inicia… Felicidades!!!
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