Ardillita vivía en el árbol más alto del bosque. Este, tenia sus ramas repletas de nuece y no habia manera de guardarlas, pues su almacen, estaba igual de lleno de ellas.
Ardillita vivía en el árbol más alto del bosque.
Este, tenía sus ramas repletas de nueces
y no había manera de guardarlas, pues
su almacén, estaba igual de lleno de ellas.
Nuestra simpática amiguita no sabía que hacer
con tanta nuez, hasta que por fin se le
ocurrió una idea:
– Siempre me ha ilusionado construir muñecas
con materiales silvestres. ¿Por qué no
hacerlas con nueces? -dijo en voz alta.
Ardillita era muy hábil, y al cabo de pocas
horas, había terminado varias muñecas. Quedó
satisfecha de su labor, máxime cuando vio
que muchos animalitos del bosque quedaban
prendados de ellas. Otra brillante idea se le
ocurrió entonces.
– En el bosque viven muchas familias pobres
que no pueden comprarle juguetes a sus hijitos
y, por lo que se ve, yo puedo hacer posible
eso, construyendo para ellos algunas muñecas
como éstas -volvió a decir Ardillita, como
siempre en voz alta. Esta vez la oyeron algunos
pobres cachorrillos, quienes corrieron a
su lado para rogarle que se acordase de ellos
a la hora de repartir sus regalos.
Ardillita trabajó arduamente durante varios
días. Cuando terminó, doscientas muñecas
esperaban un dueño. Pero a todo esto, no se
había dado cuenta de que su despensa había
quedado vacía… ¿Cómo le haría para subsistir
los próximos meses?
Esa noche, Ardillita durmió más tranquila.
Cuando despertó, vio, asombrada, que su almacén
estaba repleto de nueces. Por más que
lo intentó, no pudo dar con la clave del misterio.
Pero lo que si es cierto es que Ardillita
estaba muy satisfecha por haber repartido
alegría entre los animalitos del bosque!
Moraleja:
Sin con generosidad sueles proceder,
cosas hermosas la vida te va a devolver!
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