En una de las tantas ciudades de nuestra América latina, una pareja de recién casados, se mudó a un pequeño departamento de un barrio muy tranquilo. Y fue la primera mañana en que al estar en su nueva
En una de las tantas ciudades de nuestra América latina, una pareja de recién casados, se mudó a un pequeño departamento de un barrio muy tranquilo. Y fue la primera mañana en que al estar en su nueva
casa, mientras tomaba café, la mujer vio a través de la ventana, como una vecina colgaba sábanas en el tendedero.
Pero también reparó en algo que comentó al esposo: ¡Qué sábanas tan sucias cuelga la vecina en el tendedero…!- dijo- Quizás necesita más jabón ó uno nuevo… ¡Ojala pudiera ayudarla a lavar las sábanas!
El marido atisbó por la ventana, sonrió a su esposa pero se quedó callado… Y así, cada dos o tres días, la joven mujer insistía y repetía su discurso, mientras la vecina tendía sus ropas al sol y el viento. Y el esposo, siempre comprensivo, sonreía, daba una palmadita a su cónyuge, pero no decía nada. Pasaron tres, o tal vez cuatro semanas, cuando una mañana, la mujer se sorprendió al ver a la vecina tendiendo las sábanas limpiecitas y muy blancas, por lo que comentó al marido: ¡Vaya, Al fin, ella aprendió a lavar bien la ropa!… ¿Le enseñaría otra vecina?
El marido, en esta ocasión muy serio, le respondió: ¡No, hoy me levanté más temprano y lavé los vidrios de nuestra ventana!…
¡Sí!, así es la vida misma, que siempre la veremos dependiendo de la limpieza de la ventana, a través de la cual observamos los hechos. Y es que es muy fácil juzgar a los demás, sin darnos cuenta que muchas veces la situación errada no es la de los otros, sino que está es en nosotros mismos.
Son varios los pasajes bíblicos que nos hacen recomendaciones en ese sentido: “No juzguéis para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida con que midáis, se os medirá”
Otro pasaje dice: “¿Y por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: “Déjame sacarte la mota del ojo”, cuando la viga está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano”.
Por eso, antes de mirar y criticar lo sucio de “la sábana” de nuestro vecino, amigo o hermano, limpiemos las ventanas de nuestra vida! .-•-.
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