Son muchas las mujeres que en medio de un sueño placentero despiertan atemorizadas al escuchar unos horrendos ruidos que las vuelve a la realidad, asustadas miran a su lado y descubren que el causante de esos sonidos es su propia pareja
En efecto este problema es una de las muchas quejas de las esposas hacia sus maridos: ¿por qué roncas tanto, mi amor?
Al principio, cuesta un poco dejárselo saber, por la manera como reaccione él, pero tarde o temprano la pregunta se deja caer en busca de una solución. Y es que la llamada apnea obstructiva nocturna o del sueño es un trastorno más frecuente de lo que parece.
Porque los ronquidos no es algo caprichoso. Son causados muchas veces por la cesación momentánea de la respiración, la llamada apnea obstructiva del sueño, que se produce mientras se duerme.
Las personas que padecen de dificultades para conciliar el sueño o que por algún motivo deben quedarse despiertas toda la noche, por ejemplo, por motivos laborales (trabajo de sereno, cuidadores, guardias médicas) suelen padecer de otros problemas que van más allá de la somnolencia diurna o de la falta de sueño.
Es, por lo menos, lo que acaba de establecer un grupo de investigadores del American College of Chest Physician (ACCP).
Se determinó que los que dormían poco o los que no lo hacían del todo eran más proclives a sufrir enfermedades de los aparatos musculares, de trastornos psiquiátricos y de problemas relacionados con el llamado ‘déficit de atención’.
Muchas personas que padecen déficit de atención y padecimientos del sueño suelen tener síndrome de fatiga crónica, fibromialgia muscular y otros problemas de salud. El doctor Clifford Risk de Maryland, junto con otros colaboradores, estudiaron a un grupo de personas con trastornos para dormir, que padecían de somnolencia diurna y que estaban cansados más allá de lo habitual.
A estos pacientes se les efectuó un estudio conocido como polisomnografía, que es como un registro gráfico de lo que pasó mientras esas personas estaban durmiendo.
De los 50 pacientes estudiados se estableció que 33, casi 66 por ciento, padecían de la llamada apnea obstructiva nocturna o del sueño.
Por medio de pruebas y cuestionarios fueron evaluados también la capacidad de atención y la memoria, que por supuesto en la población afectada estuvieron disminuidos.
Lo interesante de este estudio es que posteriormente esos pacientes fueron tratados con un dispositivo que los ayudaba a mejorar la respiración, y que luego de utilizarlo aumentaba el rendimiento de dichos pacientes, hasta alcanzar valores normales.
Pero ahí no finaliza el trabajo de los especialistas en trastornos del sueño. No sólo se conforman con diagnosticar la apnea obstructiva, sino que tratan de establecer las causas que la originan y poder llegar a un tratamiento definitivo.
Ahora se debiera poner en marcha un equipo multidisciplinario para evaluar los trastornos de salud que llevan a la apnea obstructiva. Por ejemplo, una consulta con el especialista de oído, nariz y garganta que determine que el tabique nasal está desviado y que eso origina los ronquidos y la dificultad para respirar. Los pacientes obesos en general suelen padecer estos males respiratorios.
En 28 de los pacientes que no tuvieron apnea obstructiva pero sí trastornos para dormir, se halló un alto porcentaje que tenía también problemas de ansiedad, memoria y concentración, mientras que en otros 10 se encontraron dolencias neuromusculares como fibromialgia, síndrome de fatiga crónica o esclerosis múltiple.
En las conclusiones se determinó que los pacientes con problemas de insomnio o dificultades para dormir deben ser evaluados a conciencia, para determinar si además de quedarse dormidos durante el día en cualquier parte, padecen de otros trastornos.
En definitiva, para conservar una buena salud, es necesario dormir bien. Y mas aún tras el trastorno mental que la pandemia ha dejado. Y sería bueno un poco de compresión y solidaridad con este problema ya que su pareja no lo hace por molestar ni fastidiar su sueño placentero. Si lo ayuda, juntos lo podrán resolver.
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