Comidas campestres con alimentos de calidad son una de las opciones más atractivas, económicas y saludables para conciliar la vida social y las salidas de ocio en verano, respetando la distancia física y evitando las aglomeraciones
La necesidad de mantener una distancia física prudente ante el temor a posibles contagios de coronavirus, convierte el pícnic en una buena opción para disfrutar una comida en familia, con la pareja o entre amigos durante la época estival, según los expertos que aconsejan cómo preparar una cesta saludable.
La tradicional práctica de la comida campestre propicia el contacto con la naturaleza, el bienestar psicológico y emocional, la relación interpersonal y encaja por completo en la línea de un estilo de vida alineado con la buena salud”, señala Rubén Bravo, experto de nutrición.
¡Eso sí!, hay que planificar previamente el menú para que sea saludable, equilibrado y contenga en cantidades adecuadas, aquellos alimentos sanos y nutritivos que sean fáciles de digerir y puedan mantenerse en buenas condiciones fuera del refrigerador durante horas en los días de calor, puntualiza.
El pícnic, una comida o excursión que se hace para comer o merendar en el campo, resurge en el contexto de la pandemia, en aquellos lugares donde se ha superado la etapa de confinamiento o cuarentena’’, añade.
Estas actividades permiten mantener la distancia de seguridad respecto a otros grupos, facilita la comunicación y la interacción entre los integrantes, propicia el contacto con la naturaleza, mejora el estado de ánimo y rebaja el estrés, según el Instituto Español de la Obesidad (www.imeoobesidad.com).
Además, al combinarlo con actividades al aire libre, facilitan la digestión y ofrece un espacio abierto que los niños pueden aprovechar para correr y jugar.
“La regla básica al preparar la cesta de pícnic es escoger alimentos que aguantan mejor la temperatura ambiente”, aconseja la nutricionista Inmaculada Luengo.
Señala que el pan, las empanadas, los quesos y embutidos, las latas de conservas, las aceitunas, legumbres cocidas, huevos duros, verduras (tomates, pepinillos, zanahoria), frutas frescas y los frutos secos, se conservan bien y son fáciles de transportar.
En cambio, se desaconseja llevar alimentos ultraprocesados, como pizzas, galletas o ‘snacks’ (aperitivos) debido a su alto aporte calórico, así como leche, yogur, salsas porque se pueden cortar fácilmente con el calor y causan sensación de digestión pesada.
Luengo también desaconseja “el alcohol para calmar la sed, ya que aumenta el riesgo de padecer un golpe de calor, debido a su efecto vasodilatador”.
“Para brindar, podemos tomar bebidas con una graduación más baja, como la sidra, el vino, la sangría o la cerveza, con agua carbonatada o cubitos de hielo, para no excedernos en la cantidad de alcohol”, sugiere.
Lo ideal para una óptima hidratación en verano es tomar agua templada o saborizada con frutos rojos, cítricos y hojas de menta o infusiones frías sin azúcar (té blanco, rooibos), según Luengo.
“Si la tomamos muy fría, podemos experimentar una digestión pesada o estreñimiento, debido a la solidificación de las grasas que se han ingerido, lo cual puede dificultar el paso de alimentos en el intestino”, explica.
Luengo también recomienda calcular la porción individual de cada persona para evitar comer de manera descontrolada y excesiva.
Para hacernos una idea de la cantidad de comida ideal, esta nutricionista señala que nuestra porción debería equivaler a una o dos raciones de nuestro plato principal a lo cual se suma el aperitivo, que es mejor preparar de forma unitaria (uno por comensal) y puede consistir en una crema o sopa fría.
“Además de que las comidas sean saludables y equilibradas, hay que tener en cuenta su conservación, sobre todo cuando las temperaturas son altas, por eso lo ideal sería llevar hieleras portátiles con hielo para lograr una mejor conservación o llevarse algunos ingredientes refrigerados calculando su tiempo estimado de descongelación”, recomienda.
“El pícnic al aire libre, engloba todo un acto social que suele ser más relajado y sin presión de tiempo, y ofrece un escenario idóneo para desconectar de la rutina, poner en pausa nuestro `piloto automático´, olvidar el estrés, apreciar la libertad del entorno y conectar con la naturaleza y nuestras personas cercanas”, según la psicóloga Ana Gutiérrez.
El pícnic también puede ser una ocasión para compartir con nuestros seres queridos, nuestra experiencia durante la pandemia “una adversidad tan excepcional como complicada que para muchos ha supuesto un reto emocional, pero de la que siempre es posible extraer un aprendizaje o una reflexión.
“En un primer encuentro, el pícnic ofrece un escenario que permite tomar conciencia y dar valor a muchas cosas que habíamos dado por sentadas y nos habían pasado desapercibidas hasta ahora”, apunta.
Una buena idea para exprimir este momento de reunión, dotándolo de mayor significado, es compartir con nuestros acompañantes unas palabras acerca de qué pensamientos y emociones nos evoca disfrutar de ese momento después de tanto tiempo de confinamiento, señala.
‘‘Con la pandemia como telón de fondo, lo fundamental y la esencia de esta práctica es compartir, en el sentido más amplio de la palabra, no solo el momento del pícnic, sino lo que está significando para cada uno de nosotros”, concluye la psicóloga Gutiérrez.
Omar R. Goncebat // EFE Reportajes
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