Desde hace varios años Don León había dejado de ser el rey de la selva por razones de edad. Se retiró dejando un buen recuerdo.
Desde hace varios años Don León había
dejado de ser el rey de la selva por razones
de edad. Se retiró dejando un buen recuerdo
entre sus antiguos súbditos, mientras otro
León, joven y fuerte, ocupaba el trono.
La nostalgia de los tiempos pasados se apoderó
del alma de don León, quien vivía completamente
solo y se pasaba el día llorando
y lamentándose de su vejez. De nada servían
las frecuentes visitas que le hacían amigos
y conocidos para animarlo. El no podía
hacerle frente a la realidad de las cosas, y
siempre dependía del pasado.
Un día don León recibió la visita de unos
preciosos cachorros, que atraídos por la historia,
querían saber algo de su vida y milagros.
El anciano rey, muy contento, les relató
sus años de reinado de la A la Z. Cuando
terminó, volvió a lamentarse de que todo eso
hubiese pasado.
–No se ponga así, don León -le dijo uno de
los cachorros-. Usted siempre será alguien
importante, pues ha sido uno de los pocos
animales capaz de intervenir en la Historia.
El olvido no podrá alcanzarle, eso debe tenerlo
en cuenta.
Don León comprendió que no hacía bien
al huir del presente y refugiarse en su glorioso
pasado, como acostumbraba hacerlo.
La vida, amigos, hay que vivirla en toda su
intensidad momento a momento. De nada
vale buscar consuelo en los recuerdos, pues
la vejez es tan bonita como la infancia. Todo
depende de nuestra actitud hacia ella.
Moraleja:
Con intensidad la vida debes vivir,
de lo contrario te puedes arrepentir
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